El Balonmano Logroño cierra filas en la segunda mitad para imponerse al Anaitasuna (24-29)

El Club Balonmano Logroño visitaba La Catedral, un escenario de balonmano mítico y complicado a partes iguales. Es verdad que el conjunto navarro no estaba en su mejor momento, aun así, estaba clara una cosa, se iba a tener que sudar y trabajar el triunfo, como lo fue durante todo el partido, más aún, si tenemos en cuenta, que se trataba de un «derbi», y que la rivalidad entre ambos equipos -siempre sana- es intensa. Para ello, el equipo no iba a estar solo, un gran número de aficionados riojanos -Logroño, Calahorra, Fuenmayor-, especialmente de la Peña Orgullo Franjivino, se unían para animar al equipo en esta importante cita.
El conjunto riojano, en esa línea de dosificar al equipo, salió a pisto con varios jugadores que habían disputado pocos o ningún minuto en el partido anterior europeo frente al Achilles Bocholt, entre ellos Erik Balenciaga y Sergey Hernández, que volvían a la que fue su casa, jugando, además, un gran encuentro. La primera parte del mismo hizo honor a lo que podía preverse: máxima igualdad. Hubo muchas alternativas, ningún equipo lograba despegarse en el marcador, siendo, tan solo dos goles, la renta a favor que tuvieron unos y otros. Un importante baluarte del Logroño a tener en cuenta es la capacidad de que el extremo italiano Dapiran pueda defender en el puesto de dos, en vez de en el exterior, para de esta forma, y con el equipo que salía ayer a cancha, no tener que hacer ningún cambio «ataque-defensa», y así, dejar correr lo menos posible al rival. A pesar de ello, durante esta primera mitad, los ataques se impusieron a las defensas, con un Kusan, por parte del Logroño muy acertado y haciendo mucho daño desde la línea de los seis metros. Por su parte, el Anaitasuna, que salía con una defensa bastante presionante, casi en la línea de los nueve metros, realizaba varias ayudas de los defensores laterales a su impar, acción que no le salió bien. Así, los equipos se iban a los vestuarios empatados (14-14) para una segunda mitad que tenía que decidir la contienda.
Durante la reanudación el conjunto riojano cerró filas en defensa y subió la intensidad. El capitán Miguel Sánchez Migallón se echó al equipo a la espalda en esta faceta, para demostrar que, en su mejor versión, pocos jugadores se le acercan a su nivel en ese centro defensivo. ¡Seleccionador Ribera toma nota! También mejoraba la aportación ofensiva, pudiéndose observar buenas y eficaces acciones de pizarra por parte de los visitantes: cruces sin balón entre el central y uno de los laterales, para que este, en carrera, pudiera lanzar con menor oposición tras un previo movimiento del pivote al lado contrario, que se llevaba a la defensa, para así, abrir camino al lanzamiento de dicho lateral; acción que benefició, sin ninguna duda, a los cañoneros del equipo como Garciandia -seis goles- y Ligetvári -cinco goles-, quien, probablemente, disputó su mejor partido desde que viste los colores franjivinos. Con todo eso, los logroñeses se sentían cada vez más cómodos, robando balones y saliendo a la contra para poner una renta de cuatro goles a falta de nueve para el final (21-25). Ni el tiempo muerto de los locales, ni la mixta sobre Balenciaga pudieron cambiar las cosas en un partido que era «trampa» y que terminó por decantarse a favor de los riojanos por 24-29.
HELVETIA ANAITASUNA: Norlander, Bols (porteros): Álvaro Gastón (2), Krsmancic (3), Chocarro (1), Fischer (1), Labayen (7), Ander Ugarte (3), Grimalt (2), Borges Silva Semedo (3), Da Silva (2), Bazán, Xabier Exteberría, Gavidia, Meoki.
BALONMANO LOGROÑO LA RIOJA: Sergey Hernández, Jorge Pérez (porteros), Balenciaga (1), Kusan (5), Migallón (2), Junior Scott (2), Ligetvári (5), Kukic (1), Garciandia (6), Dapiran (5), Rudolph (2), Tomás Moreira, Eduardo Ortiz, Eduardo Cadarso, David Cadarso, Ernesto Goñi.




