Con un gol basta. Crónica de Ángel Sedano sobre la última victoria de UD Logroñés

Se presentó la UDLogroñes en Urritxe, ese campo tan peculiar, diferente, tan norteño, con su césped alto, mojadito; ese campo donde años atras se esfumó algún que otro sueño. En frente, ese Amorebieta, equipo con mucho corazón, oficio, con su empuje. A priori, un rival complicado; a posteriori, se unió todo eso y que no tuvo gol. Una máxima en esto del fútbol, el gol o el no gol te condena a no sacar los partidos adelante. Al otro lado, esta nueva UD Logroñés practica, pragmática, con un juego y un esquema definido, con las líneas mas juntas a esperar el fallo del rival y cuando, se de eso, como cuchillo en mantequilla.
Con todo eso, los primeros 20 minutos fueron agobiantes para esta UDLogroñes. Con ese corazón, ese empuje, los locales embotellaban en su área al equipo pragmático y vertical. Tocaba ponerse el mono de trabajo. En esos minutos Miño saco sus manos, sus paradas, dos antologicas de esas que dan puntos y desesperan a los puntas locales; Gabri, Arregi… a quien osara dispararle, ya fuera de cabeza o con el pie, y, cuando no la paró, el arbitro, el asistente y Errasti pusieron de su parte para anular ese gol local.
En los 20 minutos iniciales, sin noticias de la UD Logroñés, de esa del equilibrio, balones al espacio. Tocaba sufrir y achicar balones, tocaba la cara b del fútbol y en eso también aprueba este equipo. Otras veces, en estos campos y contra estos rivales, pintaban bastos. Esta nueva UD Logroñés tiene ese pelín de suerte en su área y no concede; solo necesita una, solo necesita un fallo del rival en su área para someterlo, que el partido cambie y se ponga de cara. Minuto 31, Rubén Martínez recoge el balón desde fuera del área en una mala salida de Saizar; pero el balón salió desviado. Quizás no se necesitaba solo una para llevarse el partido, quizás solo se necesita rematar una vez entre los tres palos para llevarse el partido.
Minuto 43, contra de manual llevada por Olaetxea desde su propio campo, conducida por Andy. Balón a la banda y Olaetxea, el jugador que todo lo hace bien, desde esa segunda línea liberado, le gana la espada a los defensas, controla y gol. Era el 0-1, era la pegada en su máxima expresión, era el martillo percutor en este equipo de casco y mono de trabajo en un campo y contra un rival exigentes. Gol de los llamados psicológicos para irse al descanso con ventaja en el marcador.
El segundo tiempo trajo más de lo mismo. El Amorebieta buscaba lo que sabe; achuchar al fútbol directo, buscar corners, balones parados, buscar la meta de Miño como fuera. La UD Logroñés a lo suyo; con sufrimiento, achicando por tierra, mar y aire, no conceder nada, minar la moral de un enemigo que queria pero no podía.
Sergio Rodríguez movió pronto las piezas, primero Rayco, luego Rony al campo; los extremos al banco. Había que armar al equipo todo por dentro, sin bandas; la elaboración para otro día. En estos campos hay que saber jugar, sufrir y ganar. El equipo de Sergio Rodríguez sabe amoldarse a todo tipo de situaciones y en Urritxe se vio otra más; ganar en un campo y ante un rival exigente en lo físico pero al que se olvido o no supo meter un gol, ese gol que sí supo meter Olaetxea, ese gol que vale oro para poner al equipo arriba en la clasificación, para que sean seis las victorias seguidas. Otro día vendrán los controles orientados, la elaboración, el llamado juego bonito. En Urritxe se pide un gol más que el rival. Esa lección, esa cara b del fútbol, la aprobó ayer la UD Logroñés. Con un gol basta